La Paloma

Donde sea que le toque presentarse a Viola Schlump (nombre artístico: La Paloma), en el público está el conde Isidor Palewski, un joven corpulento que la ha seguido de un tugurio a otro durante años, a pesar de sus permanentes fracasos en interesarla. Luego de que le diagnostiquen una tuberculosis avanzada, Viola finalmente accederá a convertirse en amante del conde. Isidor la lleva a las mejores clínicas europeas, en donde Viola se recupera inesperadamente y comienza a enamorarse –no tanto de Isidor como de su amor por ella–, hasta aceptar casarse con él. Pero cuando la fe en su amor empiece a flaquear, Viola volverá a enfermarse y se dispondrá a emprender una venganza. De este ejercicio embriagador sobre el exceso –que mezcla la pasión operística de La Traviata, la decadencia estilizada de Stroheim y Sternberg, y el júbilo macabro del Grand Guignol– se ha escrito que “Schmid convierte a este cuento en un poema, un juego de asociaciones alrededor de los temas (románticos) del amor, la muerte y la tumba. Está fascinado y atormentado por el deseo artístico de examinar a las criaturas de la noche, los materiales de la nostalgia y la desesperación.”