A quem se lhe conte...

En noviembre de 2002 el petrolero Prestige naufragó ante las costas gallegas originando una marea negra que tiñó de chapapote mil quilómetros de playas y rocas. La incompetencia del gobierno, que indirectamente provocó el vertido y no fue capaz de gestionarlo, fue el detonante de una ola de indignación que se concretó en la mayor movilización popular de la historia gallega. Bajo el lema Nunca Mais las gallegas y los gallegos, tradicionalmente sumisos al poder, se levantaron contra sus gobernantes: los vasallos se rebelaron contra los señores porque los señores no cumplieron con su deber de defender a sus vasallos. Así, los lazos medievales entre poder y súbditos se rompieron, aunque sólo fuese temporalmente. Los partidos de la oposición, temerosos de la continuación y/o radicalización del movimiento, y ante unas inminentes elecciones que pretendían ganar, hicieron lo posible por suavizar y desactivar las protestas populares.