Dívka v modrém

Numerosos dignatarios locales se reúnen en una subasta organizada por el notario Dr. Jan Karas (Oldrich Nový) en el castillo de Lucín para vender las pertenencias del difunto conde. Lo que más interés despierta es el retrato de una hermosa muchacha noble, pero nadie lo compra porque se dice que está maldito. Hasta que llega el joven conde para decidir qué hacer con el retrato, Karas lo guarda en su casa. Fascinado por la belleza de la muchacha, Karas pasa horas delante del retrato. Un día lo besa y la chica (Lída Baarová) cobra vida y sale del cuadro. La chica se presenta como la condesa Blanka de Blankenberg, y no tiene intención de volver a entrar en el lienzo.