No existen treinta y seis maneras de mostrar cómo un hombre se sube a un caballo
Una vez, el director estadounidense Raoul Walsh afirmó que "no existen 36 maneras de que un hombre se suba a un caballo". Su afirmación era también parte de un método. Como bien explica Edgardo Cozarinsky, el cineasta tradicional sabe que existen más de 36 formas, pero su intención es convencer al espectador de que realmente sólo existe una. La película se divide por lo tanto en dos partes: en la primera, empleando diálogos con Walsh, el espectador se pregunta qué es realmente el lenguaje clásico. En la segunda tiene lugar un proceso de investigación entre la ficción y el documental, y en ella un personaje da vueltas al origen de la frase de Raoul. Todo ello con el propósito de desentrañar una duda eterna: ¿Cuánto de experimental tiene el cine clásico, y cuánto clasicismo se esconde en el conocido como "cine experimental"?