Le chemin d'Ernoa
Para rodar su primera película en escenarios naturales, Louis Delluc, el gran cineasta impresionista que da nombre a uno de los más prestigiosos premios del celuloide en Francia, eligió los alrededores de Ascain, un pequeño pueblo justo en la frontera con Navarra, para ser escenario de una pequeña ficción documental con el contrabando como fondo y donde la protagonista absoluta es la luz. Tras investigar por todos los rincones de Francia, Delluc quedó enamorado de la luminosidad que había en las montañas vascas cercanas al mar (la misma luz que eligió para morir Roland Barthes en su retiro en Urt y que él llamaba una luz luminosa), y si en el caso de los Lumière la visita del cine vino justificada por las ansias de atrapar un movimiento, en ese caso es ya la tentativa por atrapar la iluminación de un paisaje y toda su magia lo que mueve al cineasta. Un largometraje para gourmets del antiguo blanco y negro.