A propósito de Buenos Aires
Desde el puerto de Santa María de los Buenos Aires, la ciudad como un desierto donde no cabe esperar piedad ni socorro de nadie. Buques negros y sonoros. Trenes orquestales. Niños abandonados. Letreros luminosos de azul de metileno. Vestíbulos de teatro. Extensas avenidas. Angostas calles rectas. Estudios trasnochados. Colisiones aéreas. Chimeneas sin humo. Cartas idénticas. Encuentros furtivos. Pantanos prefabricados. Lechos legamosos. Islas prohibidas. Casi un millón de libros. Ángeles de piedra. Piedras alegóricas. Cancionistas porteños en cuerpo y alma. Engaños. Atracos. Estafas. Imágenes blancas y negras de una Buenos Aires muerta. Experimento colectivo de once directores con treinta y dos personajes sobre una ciudad en cinco partes: Las trampas. El dinero. El desierto. Las luces. Los muertos. Templados y rientes, los restos de un naufragio: A propósito de Buenos Aires. Estos jóvenes directores se reunieron para colaborar en este proyecto atípico, no sólo por su ficha técnica, sino por su estructura narrativa. Hay varias escenas solamente unidas entre sí por la ciudad. Ninguna de éstas llega a definir una única historia, cada una es parte de una situación mayor que no vemos, como si el comienzo y el fin de cada historia debieran ser completados por el espectador. O, mejor: como si no hubiera necesidad de comenzar y terminar porque, en última instancia, esa no es más que la forma convencional de contar historias.