El mendigo de la catedral de Colonia
Durante el Carnaval de Colonia, un diabólico mendigo hace de las suyas en los alrededores de la catedral de Colonia y un investigador de Bruselas de la Policía Internacional encuentra en Colonia una curiosa pareja de detectives llamados Napoleón Bonaparte Schmitz y Carolus Caesar Müller. El inspector de la Interpol Tom Wilkins es un hombre de mil disfraces y máscaras. Está siguiendo las huellas de una banda de ladrones de joyas, que se disfrazan de mendigos para cometer sus fechorías delante de la catedral de Colonia. Bajo la apariencia de un príncipe indio, se aloja Wilkins en el Hotel Excelsior, con vistas sobre la catedral. Aquí reside también el cerebro de la banda de malhechores. Con la locura del Carnaval, los ladrones pretenden llevar a cabo sus planes delictivos. Con ayuda de dos detectives privados chiflados y de la bella americana Mabel Strong emprende nuestro héroe la caza del malhechor, que termina en una espectacular persecución por el Rin. La obra de Randolf, hoy casi olvidada, fascinó al público de entonces con bribones enmascarados, logias secretas y espías. Los gánsters se infiltraban en todos los estratos de la sociedad de Colonia. Nadie es quien aparenta ser y no hay que fiarse impunemente de nadie. El héroe de la película conduce los coches más rápidos, se rodea de las mujeres más bellas y vive en los hoteles más caros. Tom Wilkins es el precursor de James Bond.