Tos ferina
El 23 de octubre de 1956, una protesta estudiantil ante el edificio del Parlamento magiar terminó a tiros. Pretendían que el pueblo húngaro pudiera elegir su propia vía hacia el socialismo. La noticia se difundió con rapidez, una espiral de violencia sacudió todo el país y miles de civiles se organizaron en milicias a fin de combatir a la policía estatal y a las mismísimas tropas soviéticas destacadas en Hungría. Consejos improvisados arrebataron el control municipal en algunas ciudades y exigieron cambios políticos. Cayó el gobierno del Partido Comunista Húngaro y surgió uno nuevo con Imre Nagy a la cabeza, que disolvió la policía estatal y declaró su intención de retirarse del Pacto de Varsovia y convocar elecciones libres. Moscú movilizó 31.500 soldados y 1.130 tanques y el 4 de noviembre de 1956 atacó Budapest. Los rebeldes intentaron por todos los medios comunicarse con los países occidentales, sin lograrlo. El 10 de noviembre terminó todo: las bombas rojas provocaron 2.500 muertos en los sublevados, si bien luego fueron ejecutados 2.000 más. Sin contar con que otros 60.000 húngaros salieron del país en calidad de refugiados y 10.000 fueron deportados a campamentos de trabajos forzados... En 1989, la nueva República de Hungría declaró el 23 de octubre fiesta nacional en conmemoración de la Revolución de 1956. Estos 18 días de revolución constituyen el marco de fondo de la película, centrados en el devenir cotidiano de los miembros de una familia magiar —abuela, padres y dos niños— que no sabe cómo vivir lo que está pasando afuera.