Voulez-vous coucher avec God?

Conviven en la primera y única película de Michael Hirsh y Jack Christie una cantidad inusual de ideas genialmente descabelladas, visibles bajo la forma de imágenes aún más incontrolables, y capaces de hacer estallar a cualquier otro proyecto que se considere a sí mismo como “algo serio”. Los bordes de la trama son, dentro de todo, racionales: un dios drogadicto, partidario de la violencia, envía a la Tierra a uno de los habitantes de su “cielo” para que gane las elecciones presidenciales y así poder manejar el curso del mundo desde arriba. Claro que, al ser un film experimental rodado en medio de la escalada contracultural de fines de los ’60 (drogas + sexo libre + protestas + rock + más drogas), todo lo que habita dentro de esos límites es un escándalo cinemático con el empuje y volumen de esas fiestas que, por su imposible intensidad, parecen destinadas a no repetirse jamás. No sorprende que ni Hirsh ni Christie hayan vuelto a dirigir una película.