El ángel negro

1942·México·126 min.
El ángel negro
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Elisa (Marina Tamayo), decide casarse con Jorge (Emilio Tuero), a pesar de que sus esposas anteriores que han muerto en forma extraña. Después de la boda la pareja se va a vivir a la macabra casa de Jorge. Elisa es atormentada por Cristina (Isabela Corona), hermana de Jorge, hija del mayordomo de la casa, fruto de una violación. Cristina es criada con la servidumbre de la casa, siendo con el tiempo la ama de llaves de la casona, su madre en el lecho de su muerte les confiesa a Jorge y Cristina de su parentesco, pidiéndoles guardar el secreto. Al poco tiempo Elisa y Jorge tienen un hijo, Cristina se llena de envidia y decide separarlos. Para quedarse con su hijo, engaña a su hermano haciéndole creer que su esposa le es infiel y de esta manera, los separa durante 18 años. Elisa regresa a vivir a la casa de su tío en la ciudad y Cristina cría al bebé como fuere su hijo en Europa, borrándole todo recuerdo de su verdadera madre. Tiempo después Jorge decide buscar a Elisa; ya envejecidos, se enteran del engaño de Cristina. Jorge enfrenta a su hermana para conocer el motivo de maldad, ella le confiesa que por todos esos años vivía enamorado de su hermano, y que había envenenado a sus esposas para retenerlo para ella. Cristina en su angustia se envenena y antes de morir le pide al hijo que crio que no la olvidase que le harán creer que ella no es su madre. Elisa y Jorge sin conocer lo sucedido, deciden revelar la verdad a su hijo, quien inmediatamente desprecia a su verdadera madre y le pide que se marche de la casa. Elisa antes de marcharse y sin más remedio, le pide a su hijo que acepte un medalla con la imagen de la Virgen de Guadalupe que le prometió en su niñez; su hijo la toma para lanzarlo al fuego en la chimenea, al ver la joya le viene a la memoria un recuerdo de su verdadera madre en la infancia, y corre a los brazos de sus madre. Se escucha un estruendo en la sala, un enorme óleo del retrato de Cristina que colgaba sobre la chimenea cae al fuego, Elisa y Jorge se abrazan con su hijo y con detenimiento ven como lentamente se consume en el fuego el retrato de la malvada mujer que los separo por años.